En aquel tiempo los papalotes se hacían de papel y según su tamaño y forma tenían clasificaciones, una de ella el coronel, que era un papalote de tamaño colosal.
En las colas de los papalotes colocábamos cuchillas de afeitar que pedíamos a nuestros padres después de cumplir su ciclo útil. Con ellas se podía cortar el hilo que unía la cometa y el papalote se "iba a bolina", lo que quiere decir que volaba sin control y por consiguiente se perdía en el techo de alguna casa donde la frágil estructura no soportaba el impacto.
Hoy los papalotes se hacen de telas resistentes y en los más variados colores y diseño, perdiéndose el gusto por su decoración y lo mejor la elaboración propia.
Quién ganará la persecución |
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