Un día soleado observé desde la ventana de mi oficina, como las nubes empezaban a danzar suavemente creando un colchón gigantesco. Escuchaba en ese momento una vieja canción de mi juventud, que da pie al título de mi comentario
Lo interesante del caso, es que casi no había viento, la veleta y el anemómetro apenas se movían, pero ellas seguían regalando esa bella imagen, que pude captar con la cámara.
Estas nubes no estaban dispuestas a desprenderse de su humedad y la lluvia que todos esperamos quedó para otro día |
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